viernes, 23 de abril de 2021

Ariel Solito

 


Ariel Solito es un vecino Rodríguense que vive en el barrio Martín Fierro. Músico, baterista nacido en Villa Urquiza capital y asegura “no me movés más de acá”. 

Anti-cemento, fana de la naturaleza y de niño pasaba horas apreciándola. Sandra, su pareja, viven en la zona desde hace muchos años, se conocieron hablando de música y un día, para un cumpleaños de ella, él llegó y el lugar le encantó “tranquilidad, naturaleza, la gente es distinta, así eran los barrios cuando yo era chico”.

En este testimonio descubriremos como decidió convertirse en artista y su amor por el ferrocarril:

En la clase de música nos hacían cantar, pero yo quería tocar el piano. La señorita nos retaba, entonces iba al placarcito de las maracas, las panderetas, etc. No me hallaba con el canto, porque nos obligaban y además era muy tímido.
Un día en un acto tenía que decir algo y me trabé, ahí me frustré com la música. 

Empecé el secundario en un colegio técnico y mientras hacía las láminas de dibujo ponía algún disco de Rock, de mis viejos: The Beatles, Zeppelin, Peachmode, Soda… siempre tuve un apego a lo que en ese momento le decían vintage, mi abuelo era fanático de todo ese rock viejo. 

Mi amigo Leonardo tenía un walkman y cuando estudiábamos, escuchábamos a The Beatles y Creedence. Un día me dijo "en el colegio que yo voy hay vacantes, están haciendo aulas nuevas". Era el boom del 1 a 1 y mi viejo me llevó a averiguar, era en Villareal. Yo cursaba el tercer año del secundario y era malo en matemáticas así que me quería cambiar.
Nos cruzamos con un pibe que tenía la remera de Lennon y eso me dio una buena espina. Nos encontramos con el director, yo tenía tres amonestaciones por jugar a la pelota, al mediodía, con una tapita de gaseosa y todas las materias aprobadas del bachiller. Me hicieron las equivalencias y me dijo “venite el lunes” y empecé.

La zona estaba llena de rockerías, vendían cassettes viejos, vinilos y posters, pero había una casa de música en la esquina y yo, como dice la canción “la ñata contra el vidrio” todos los días que bajaba del colectivo veía los instrumentos. 



Pasaba todo el tiempo en mi cuarto escuchando música, siempre me llamó mucho la batería, así que en el verano del 93 alquilé videos de The Beatles para copiar a Ringo. Me hice unos palillos con un tender de mis viejos que era de madera, iba a mi pieza con los parlantes del equipo de música, en una silla, una bolsita gris de Musimundo con monedas, el libro de historia como redoblante. Ponía un disco, empezaba a seguir las canciones de The Beatles y me gravaba, en quinto año comenzaron las ganas de comprarme una batería. 

Mi viejo fue disc jochey, fana del jazz y un bajista frustrado, mi vieja siempre hizo danzas clásicas, españolas, folclóricas. Mi abuelo paterno había sido bandoneonista en la época de la colimba. Y a mí me tiraba la música, pero no me animaba por lo que me había pasado de chico. 

Cuando sos chico te revalás hasta con vos mismo, entonces empecé a joder a mi viejo: que la batería, que la batería. En esa época él caminaba un montón y justo pasó por el negocio de Fito Messina, "Latin Drums" de percusión, quien después fue mi profeso. El fabricaba las baterías Dram System. Charlaron: “mira mi pibe quiere comprarse una batería”, “ mira que si después no le gusta, va a tener la batería en un rincón y después venderla es una cosa engorrosa, si querés un día tráelo para ver si tiene condiciones”. 


Justo en esa época se dan los feriados largos, los feriados puentes y el 25 de mayo iba a tocar el coro del colegio con un compañero llamado Pablo Sekulich en la batería. En esa época con él y mi otro amigo, en vez de ir al recreo, nos juntábamos en el salón con el walkman y unos parlantitos, doblábamos unas hojas de carpeta y seguíamos un disco de los Creedence, éramos como los bateristas de la clase, como estrellas de rock. 
Pablo ya tocaba en el coro, pero como venía el fin de semana largo se fue al campo con los papás y quedó el puesto de baterista vacante. Lo miro a Leo y me dice “yo ni a palos” así que me animé, fue una de las primeras cosas que hice por mí mismo en la vida. 

Fui al aula de música y estaba mi profesora María Laura, una genia, fue la que me impulsó. Yo tenía que ir a buscar la batería que estaba debajo de la escalera, era de Carlos, el hijo del dueño del colegio, pero nunca estaba para los ensayos.
Llegó el día del acto y Carlos no venía, yo tenía que tocar “vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Paez”. Aparece el Chavón re tarde “vení acompañame, agarrá las llaves y sacá lo que necesites”. La batería estaba toda destartalada, yo no entendía nada, no estaba ensamblada, la armé en el patio y cuando tocaba el bombo se me iba a la miércoles porque el piso era de baldosa. Yo estaba sentado en una silla común del colegio, entonces  pedí una franela y un poco de hilo para para atar el pedal del bombo a la silla y ya no se me piantaba. 



Llegó el momento de hacer la prueba de sonido con el coro, por acto reflejo, cuando le pegaba al bombo le pegaba al jaija, se me abría y no podía cerrarlo de ninguna manera. Se acercó Gabriel Casco, excelente bajista, y me dijo “tocá cerrado, yo vi que podés seguir el ritmo, cuando yo haga con el bajo tun tun, tuntún tuntún, tuntún, vos hacé lo mismo con el bombo y con el jaija hacé las corcheas. La banda estaba formada por Sebastián en guitarra, Gabriel en el bajo y el coro del colegio, hicimos una segunda prueba y salió bien. 

Acto del colegio, la batería había quedado armada adelante de todo, yo tenía muchos nervios, a los costados tenía a los dos chicos y atrás el coro. Tocamos y salió bien, aplauso y dije ESTE MI LUGAR EN EL MUNDO, “la batería es mi lugar en mundo”. Volví a mi casa chocho, entonces mi papá me cuenta que había arreglado con Fito Mesina “el jueves tenemos clases con Fito”, el tipo había debutado en los 16 discos de Rodolfo Medero y es el referente de la batería argentina. 
Tenía una batería enorme! Yo estaba acostumbrado a la batería de ringo, entonces le dije lo que pasaba “a mí me gusta la batería de los Beatles” y me dijo “pero ese Ringo es un desastre”, después todo el mundo vio la técnica que tenía, pero bueno en ese momento le daban con un caño. 

Cuando terminamos la primera clase le dijo a mi papá “cagaste con este porque tiene ganas y tiene condiciones, hay cosas que le salen a él y otras tengo que modificarle”. Ahí empecé, iba todos los jueves. 

Con mis amigos del barrio empezamos a hacer una banda, yo me había hecho una batería con tachos de pintura, los platillos eran de esa chapa de las latas de dulce de batata, era un espanto pero me encantaba. El bombo era la caja de un televisor enorme de cartón, me había hecho un jaija con un fierro y una madera y había comprado una pandereta. Ensayábamos los viernes y sábados. Para fin de año mi abuelo y mi viejo me habían comprado una batería. Y ahí la cosa tomo otro color. 

Mi abuela me había regalado lana de vidrio para bajar el techo, con mi papá lo pusimos y de ahí no paré nunca más. 

Con Fito estudie 8 años, él fue el profe de Martin Carrizo, que tocó con Animal, con Cerati, con el Indio. Dejé de estudiar por el año 98, ya estaba podrido y quería empezar a hacer todo lo que había aprendido. Nunca dejé de ir a tomar mates con Fito, por mucho tiempo él fue baterista de Axel, Bandana, la Oreiro en el Luna Park, entró en la productora y lo llamaban a cada rato. 

En el 99 surge Dragonauta que es una banda del Stoner, estuve hasta el 2013, por diferencias me fui. Grabamos 6 discos y tuvieron buena repercusión nacional e internacional, casi nos vamos de gira, pero después se complicó con el cambio. 

Fuimos a tocar a Neuquén y a Córdoba, Buenos Aires capital.
Hay videos en Youtube:


 
 

Tocamos en la Rock and Pop, salimos en la García, en la Mano y en revistas de afuera. Paralelamente siempre di clases, cuando tocaba me preguntaban entonces les pasaba el precio. Mi profe cobraba $150 por mes y un sueldo era de $400 por mes, entonces me pedían que les de clases. Desde el 20 de mayo de 1993 hasta hoy doy clases, de forma particular en mi casa y en Parque Chacabuco. Mayormente tengo niños, te salen con cada ocurrencia que te nutren todo el tiempo, siempre les aconsejo tocar otros instrumentos, así como ringo. Les digo que cuando toco doy cuerpo y alma, porque la gente paga una entrada, no importa donde sea, aunque haya uno solo escuchando. Quiero que cuando me escuchen se sienta como yo cuando estoy tocando, Soy inmensamente feliz, me olvido de los problemas y cuando doy clases lo que me encanta, es contagiar.

Mi abuelo decía “tren es más rápido y más lindo, porque en verano es fresquito y en invierno es abrigado”. 

Más allá de que el tren lo hicieron, en Argentina, los ingleses para vaciarnos de las materias primas que necesitaba para manufacturar lo que después nos vendían, de la campaña del desierto y del genocidio a los pueblos originarios, los trenes son las vías de la industria del país. Existió un maldito presidente con patillas que cerró todos los ramales, yo era pibe y ya protestaba contra eso como con la privatización. Siempre odié el lema “ramal que para, ramal que cierra”. Lo que pasa es que esta diagramado para que no funcione, es negocio tanto camión y colectivo: fabricantes de cubiertas, de plástico, de chapa, el petróleo, más gente para meter en los gremios que quieren ser fuertes. Un tren de carga, va de noche, te lleva muchos camiones y no obstruye el tránsito. El tren es vital, lleva un montón de gente y no se hacen colas interminables, lo que pasa es que hay que saber usarlo y administrarlo. Es una herramienta clave en el crecimiento de un país, no hay país que progrese, hoy en día, si no tiene tren. 

Yo utilizo el trencito y siempre le tengo un cariño desde la primera vez que lo usé, anda bien, a veces lo suspenden pero bueno, no podemos quejarnos. La gente que trabaja en el ferrocarril es gente que quiere y ama lo que hace, le da cariño. 

Yo viví esa última etapa del ferrocarril, ese sistema ferroviario pujante donde se tenía sentido de pertenencia, no como ahora que cuando no servís te pegan una patada en el cu… y contratan a otro, siempre voy a ir en contra de eso. Hoy me genera mucha tristeza ver los galpones y talleres abandonados.

Tenemos que poner granitos de arena, porque cuando te quieras acordar será un camión de hormigón que no se puede romper con nada. Tenemos que hacer un mundo mejor donde vivir, la historia buena hay que recordarla y la mala también para que no vuelva a pasar. Hay que revalorizar el ferrocarril, me encanta. 

Como lo hacíamos en Dragonauta, hay que trabajar EN POS DE LA CULTURA, EN POS DE LA MÚSICA Y EN POS DE LA FELICIDAD.





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